Dura la vida del jiloní (según Wikipedia, profano o secular). Mientras vive en un mar de preguntas, o dudas, el creyente tiene una sola respuesta: es la voluntad del Señor. Y no describo "mis" preguntas, no porque alguien ya tiene la respuesta, sino porque no vienen al caso.
Sucedió que unos familiares israelíes, religiosos, deciden visitar nuestro país, y dentro del mes de su estadía en la Argentina, nuestra tierra prometida, los últimos días los pasarán en mi casa. Inclusive un shabat.
Sólo comen kosher y en casa no hay kosher (además de alimentos, incluye vajilla y otros elementos).
Partimos desde una cierta ventaja: no contamos con productos porcinos ni "frutos de mar", y no se mezcla carne con leche, más por costumbre que por temor a despertar la ira del Señor. O sí, qué sé yo.
Y shabat. No prender, o apagar, la luz. No mirar TV. No whatsupear. No usar la compu. No hablar por teléfono. Etc.
Envié un mail a un rabino amigo preguntando cómo hacer kosher una heladera y un microondas. Creo que el Mashiaj vendrá antes que su mail con las respuestas.
Y sucedió que todo salió bien (creo, y por emplear esa palabra ya estoy implicando una cuestión de fe). Usamos cubiertos descartables, productos vegetales aptos (sinónimo de kosher), se celebró un shabat comme il faut con sus bendiciones correspondientes (quizá exagero, pero el libro de quejas quedó en blanco) y disfrutamos de un descanso (raiz del término shabat) sin TV, ni PC, ni phone que no sé qué tiene de smart.
Si se me permite ser cursi, fue una experiencia enriquecedora, y no solamente por el ahorro de luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario