miércoles, 8 de febrero de 2017

El payador ilustre

Oscar Martínez, premiado (copa Volpi)
Ërase el principio de "El ciudadano ilustre" con Oscar Martínez recibiendo el premio Nobel de Literatura. Pero nadie le avisa que la ceremonia concluye, y se pasa toda la película diciendo su discurso. Ese tipo de actuación recitada sólo iba bien con Alfredo Alcón (tampoco lo consigue Darío Grandinetti).
Los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn no logran el personaje ambiguo que hubiese merecido Dady Brieva, sólo recargan su caricatura y tics habituales..
(Lo contrario sucede con "El secreto de sus ojos" de Juan José Campanella, que logra un sorprendente Guillermo Francella, que ahora inclusive vende detergente.)
Tampoco emplean medias tintas, los malos son malos malos y los buenos, buenos buenos (maniqueísmo).
Y para no dejar ningún cabo suelto (dije antes ambiguo), ¿fue un sueño?, ¿es un libro dentro de un libro?, ¿no ganó el Nobel sino el Cervantes?, le preguntan, (cito de memoria) ¿jefe, de verdad lo hirieron?, y contesta, sin salir del discurso, acá tenés. Fin.

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